Dynasty Warriors 8: Empires

Escrito por  Victor Moyano Martes, 24 Febrero 2015
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Omega Force y Koei vuelven a apoyarse en el “Romance de los Tres Reinos” para presentar el siguiente capítulo de su popular franquicia de acción ‘Dynasty Warriors’. Tras ofrecer al público una incontable sucesión de batallas en la séptima entrega y su correspondiente ‘Extreme Warriors’, le llega el turno a la vertiente más politizada y estratégica de la franquicia: ‘Empires’, que tiene como núcleo principal el octavo capítulo de la serie. De esta manera, llega a nuestro país ‘Dynasty Warriors 8: Empires’, retomando el folclore chino y presentando al jugador un extenso abanico de opciones para unificar, bajo diferentes bandos, una China en plena guerra civil.

Antes de comenzar a desgranar los entresijos del título, debe quedar claro desde el primer momento que la visión de ‘Empires’ no es tan diferencial como podría imaginarse. Si bien es cierto que la desarrolladora ha puesto toda la carne en el asador en el modelo político, los jugadores tendrán que volver al campo de batalla para llevar su bandera hacia territorios enemigos. Así, ‘Empires’ se presenta como un compendio entre lo mejor de la franquicia original con una nueva vuelta de tuerca para los amantes de la estrategia, similar a lo visto en ‘Dynasty Warriors 7: Empires’.

 

 

Aprendiendo las nociones básicas

Después de una excelente secuencia generada por ordenador, donde el jugador puede ver a los generales de cada bando dando órdenes a sus tropas mientras la fantasía y la magia inunda el escenario, se adentrará en una retahíla de menús que, desde el primer momento, abruman. La mecánica no es sencilla, más aun teniendo en cuenta que el videojuego nos ha llegado en un impecable inglés, y los nombres de los protagonistas y regiones de la futura república se diferencian con pocas sílabas, dando lugar a una confusión lógica. En cualquier caso, ‘Dynasty Warriors 8: Empires’ se estrena en Xbox One y PlayStation 4 reanudando el modo imperio entregado en la anterior entrega. Esta vertiente, la más completa del título, nos llevará a diversos momentos de la eterna guerra entre reinos en regiones dispares, con territorios asediados por una u otra bandera. El jugador podrá encarnar a uno de los más de 80 generales que tiene a su disposición, para así comenzar a gestionar recursos y milicia, o bien podemos crear nuestra propia seña de identidad para unificar China bajo un mando completamente diferente.

Esta última opción se complementa con un editor bastante complejo, que no sólo incluye la vestimenta, atributos físicos, sexo y demás elementos del avatar, también la personalización del equipo, nuestras tropas y los colores así como forma del nuevo estandarte. Sin duda, ésta es la mejor opción para los que desconozcan la procedencia e intenciones de los generales, obviando así una historia poco amigable de cara a los nuevos jugadores.

 

 

Las batallas del Romance de los Tres Reinos

Al igual que en la séptima entrega existen dos tipos de mecánicas jugables muy diferenciadas. En primer lugar tenemos la gestión, gran novedad de esta vertiente, y que rodea hasta el más mínimo detalle de la dirección del gobierno: mantener a nuestros ciudadanos felices –o aterrorizarlos para radicalizar su obediencia-, recaudar fondos para actualizar nuestras milicias, equipar a las tropas y generales con las mejores armas, establecer contacto con los demás bandos, etcétera. A raíz de una acción por turno, donde cada ronda supone un mes de juego, veremos como el mapa de China va evolucionando con el paso de los años, mientras el jugador se encarga de diferentes misiones de otros reinos que podrá aprovechar para ganar simpatizantes y recursos, o por el contrario dedicarse en cuerpo y alma a seleccionar y estudiar las estrategias antes de comenzar los combates.

Por supuesto, el misticismo que rodea el “Romance de los Tres Reinos” también cobra fuerza en el videojuego, con la posibilidad de establecer distintos tipos de amistad entre oficiales e incluso llegando a contraer matrimonio para tener un vástago. Huelga decir que si las relaciones entre los oficiales bajo nuestro mando son escasas, éstos podrían dar por inválidas nuestras órdenes y alzarse en rebelión, por lo que habrá que estar atento a todos los parámetros que ofrece la aventura para poder llevar nuestros objetivos a buen puerto. Llegados al rango más alto, podremos obviar los encuentros en terreno hostil y mandar generales a nuestras órdenes para librar las batallas, aunque habrá que tener en cuenta la estrategia a seguir para evitar muertes innecesarias.

 

 

Una vez realizado el movimiento, el jugador entrará en el campo de batalla si así lo estima oportuno para demostrar con todo tipo de habilidades quién está al mando. Aquí entra en liza la jugabilidad vista en ‘Dynasty Warriors’, con escenarios cerrados y conquistas rápidas que se amparan bajo el género “yo contra el barrio”, aunque a una escala mayor. En el campo de batalla tenemos una serie de misiones –además de objetivos secundarios- que nos llevarán a recorrer el mapa de un lado a otro aniquilando a cientos de enemigos y sus respectivos generales. De sobra es conocido que mantener una tasa de imágenes por segundo estable con miles de elementos en pantalla es poco más que una quimera. No obstante, gracias a la tecnología actual títulos como ‘Total War: Attila’ han logrado llegar a sus objetivos satisfactoriamente con una calidad intachable. ‘Dynasty Warriors 8: Empires’ no logra transmitir esa sensación de batalla masiva hasta el punto que el único reto viene de la mano de los generales enemigos. Las tropas, de hecho, se mantienen gran parte de su tiempo observando al jugador mientras va mermando las líneas ofensivas y defensivas del enemigo.

Poca inteligencia enemiga

Desde luego, Omega Force trabajó antaño para llevar el mayor número de personajes en pantalla y recrear batallas épicas con miles de enemigos a derrotar. No obstante, la situación actual exige un mínimo de inteligencia para los enemigos, y no sólo a las unidades que hay que derrotar como objetivo. A esto se le suma la aparición repentina de decenas de enemigos que brotan de la nada y algunos errores cómicos –como parpadeos que producen que los personajes aparezcan o se volatilicen en el aire-, unas físicas poco realistas y animaciones algo básicas que se repiten con demasiada frecuencia. En cualquier caso, centrándonos en la jugabilidad del campo de batalla, el jugador cuenta con ciertas habilidades en función del protagonista. Todo tipo de armas y ataques especiales –tanto a corta como a larga distancia- dan rienda suelta a los más de 80 personajes controlables. La sensación de poder es grata durante las primeras horas de juego, pero poco a poco va diluyéndose a raíz de unos retos algo tacaños. Basta con machacar los botones pertinentes para liquidar, sin recibir un golpe, con el 80% de los enemigos en pantalla. Por supuesto, podemos aumentar la dificultad de juego, pero esto no repercute en el comportamiento de las tropas enemigas.

 

 

Lo mejor de las batallas, sin duda, son las que proceden de encuentros históricos, donde el jugador debe hacer uso de estrategias a gran escala para superar con éxito las misiones. Aquí no servirá nuestra destreza con el mando, tendremos que armar a los nuestros con catapultas, presas de agua estratégicamente situadas en nuestra base y proporcionar otros elementos que puedan ser sensibles para decantar la balanza a nuestro favor, todo en tiempo real. Llegados a un punto, incluso, podremos alterar las condiciones del clima para mermar las opciones de las defensas enemigas. Todo combinado, por supuesto, con una buena ración de mandobles.

Por otra parte, el videojuego incluye la posibilidad de recrear escenarios con diferentes roles y posiciones para compartirlos con la comunidad a modo de misiones alternativas que probablemente aumentarán exponencialmente la vida del título. También existe la posibilidad de jugar fuera del modo imperio, sin más animo que librar batallas defensivas o de conquista, además de contar –mediante un próximo parche- con la posibilidad de jugar en cooperativo con otro amigo. Por último, el videojuego se complementa con un gran glosario que explica, en formato reducido, la historia del “Romance de los Tres Reinos” así como la vida y gloria de sus protagonistas, que, insistimos, nos ha vuelto a llegar en un perfecto inglés en textos y voces, además del pertinente japonés.

Conclusiones

En resumidas cuentas, ‘Dynasty Warriors 8: Empires’ es un título continuista que aporta algunas de las novedades de su predecesor pero que no logra superar los mismos errores de siempre. Encontramos un juego que será del agrado, sin duda, entre aficionados de la franquicia, pero que con poca probabilidad podrá disfrutar un usuario recién llegado a la serie. No traducir el videojuego vuelve a ser uno de los problemas más graves de la franquicia, aunque nada comparable con su puesta en escena en materia de inteligencia artificial. En cualquier caso, es un detalle que el videojuego nos haya llegado con el doblaje original en japonés y una banda sonora que, de lejos, podría considerarse entre lo mejor del producto: piezas rápidas, épicas y cañeras para los enfrentamientos que logran motivar al jugador a continuar repartiendo mandobles.

 

Dynasty Warriors 8 Empires - Tráiler presentación

 

 

  • Título: Dynasty Warriors 8: Empires
  • Género: Estrategia
  • Fecha de Lanzamiento: 27/02/2015
  • Plataforma: PS4, Xbox One
  • Soporte: Bluray
  • Desarrolladora: Omega Force
  • Productora: Koei Tecmo
  • Distribuidora: Koch Media
  • Multijugador: Si
  • Manual: Castellano
  • Idioma: Inglés
  • Voz: Inglés / Japonés
  • PEGI: +16
  • Precio: Consultar

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